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Norberto Gómez también dibuja
Siempre lo hizo. Sus dibujos no son bocetos, imágenes que luego veremos en bronce, yeso o polyester. Son independientes, hechos por el simple deseo de dibujar. Los hace sobre distintos papeles (los que tiene a mano) y distintas técnicas de las cuales no es especialista. Muchas veces hace tres o cuatro en una misma hoja. La mayoría de ellos tiene infinitas versiones levemente distintas unas de otras: personajes que entran o salen de escena o paisajes que cambian. Son relatos de construcción aleatoria. Un armazón teatral en movimiento constante. Un texto con tramas, nudos y desenlaces que atraviesa géneros y caligrafías. Materia en tránsito, metáfora y metamorfosis.
En Gómez, hacer esculturas o dibujar son sólo distintas manifestaciones de su poder de observación y lucidez implacables. En estos dibujos podemos ver el espíritu del artista sin las limitaciones físicas que impone la escultura. Huellas de su mirada sobre el misterio de lo humano, que no intenta develar sino, más bien, poner en evidencia. Ese misterio es lo que nos permite ingresar a sus obras e interpretarlas como si fueran partituras.
Algunos de estos dibujos fueron acompañantes periféricos en muchas de sus muestras.
A escala íntima, pasaban casi desapercibidos frente a la contundencia de su escultura.
En 2010 el artista quiso darles la dimensión que tienen para él como parte ineludible de su trabajo y emprendió la tarea de rescatarlos por medio de técnicas de posproducción digital que él mismo supervisó, produciendo este cuerpo de obra gráfica y el libro que también puede verse aquí.
En esta ocasión Gómez presenta además sus dibujos en tres dimensiones inspirados en las armas de cartón que realizó en 1985 y la única obra escultórica de la exhibición: una maqueta del monumento Torres de la memoria, emplazado en el Parque de la Memoria de nuestra ciudad.
Bienvenidos a la inagotable cantera de sentidos de Norberto Gómez.
Bienvenidos a su particularidad y potencia.
Alejandro de Ilzarbe
Norberto Gómez
Buenos Aires, 1941.
Hijo de una familia de inmigrantes españoles, de niño recibió la influencia de su tío luthier y guitarrista clásico y de su padre ebanista.
A los 13 años ingresó en la Escuela de Bellas Artes Manuel Belgrano de donde egresó dos años después, disconforme con los métodos de enseñanza artística.
Su verdadera escuela fue un taller de cartelería donde realizaba las grandes marquesinas de los cines de los años 60 y 70 y más adelante como realizador de escenografías para el cine publicitario.
En sus comienzos creía ser pintor y frecuentaba los talleres de Castagnino en la calle Defensa. En 1965 se fue a Europa y en París trabajó con Julio Le Parc asistiéndolo en la realización de su envío a la Bienal de Venecia.
Al volver ya era escultor y producía una obra geométrica minimalista de estructuras primarias en transformación. Al tiempo esas formas se fueron ablandando y derritiendo, dando lugar a las tripas y osamentas de polyester que realizó en los 70. En los 80, trabajó con cartón haciendo las armas e instrumentos de tortura que inspiraron los dibujos 3D que pueden verse en esta exposición y que dieron origen también al monumento Torres de la Memoria emplazado en el Parque de la Memoria de la ciudad de Buenos Aires.
Realizó muestras individuales en el Museo de Arte Moderno, Galería Ruth Benzacar, CAyC, Fundación Osde, Museo Sívori, Museo Caraffa de Córdoba y Museo Juan B. Castagnino de Rosario, entre otros y participó de innumerables exposiciones colectivas en el país y el exterior. Recibió el Premio De Ridder en 1976, la beca Guggenheim en 1992, el Premio Leonardo a la Trayectoria del Museo Nacional de Bellas Artes en 2002, el Premio a la Trayectoria Artística del Fondo Nacional de las Artes en 2006 y el premio Konex de Platino en 2012.
Poseen obra suya el Museo Nacional de Bellas Artes, el Museo de Arte Moderno de Buenos Aires, el Museo Sívori y otros museos y colecciones privadas argentinas y del exterior. Vive y trabaja en Olivos, Pria de Buenos Aires.