A principios de los años veinte, un grupo de jóvenes artistas socialmente comprometidos señalaron que el arte debía tener un propósito revolucionario y contribuir a la construcción de una nueva sociedad comunista. Junto al desarrollo socioeconómico de la naciente URSS, estos artistas rechazaron el pasado y buscaron formas innovadoras de expresión en varios tipos de arte: crearon un nuevo vocabulario estético para la Revolución, que se convirtió en el estilo dominante en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas entre 1920 y 1933.
Sus afiches de propaganda fueron los primeros en incorporar la fotografía como elemento de diseño gráfico, junto con eslóganes estridentes, potentes tipografías y composiciones dinámicas construidas con fuertes diagonales para transmitir un mensaje explícito a las masas.
Pioneros en este campo fueron la dupla de Ródchenko y Mayakovski en publicidad, al igual que los hermanos Stenberg en los afiches de cine. Gustav Klutsis y su esposa Valentina Kulagina aplicaron este nuevo vocabulario a la promoción del desarrollo económico y el primer plan quinquenal de 1928-1933. Otra figura importante fue El Lissitsky, quien tuvo un impacto fundamental en el desarrollo de la estética moderna racional propia de la Bauhaus.
Posteriormente, los diferentes estilos desarrollados por este grupo de artistas fueron reemplazados por el “realismo socialista”, un enfoque menos dramático y gráfico favorecido por Stalin a medida que avanzaban los años treinta.