Crónica fotográfica de un adolescente en los 70
Estas fotos fueron tomadas entre 1973 y 1978 por mà , siendo un adolescente que llevaba la cámara casi como una parte indivisa de su ser.
Un adolescente fotografiando a otros adolescentes, cuando la selfie solo era un recuerdo de un futuro invisible.
Una adolescencia compartida, enamorada, politizada, dolorida. Una adolescencia En ese momento solo se trataba de compartir y llevar un registro no metódico, desprolijo, descontracturado de las vivencias adolescentes.
Hoy es una memoria recreada, trastocada por un registro fotográfico.
Registros que a algunos familiares les permitieron recuperar aunque sea fotos de sus seres queridos, ya que los cuerpos muchas veces no aparecieron.
Registros que a muchos nos permitieron conectarnos con historias que habÃan sido olvidadas.
Un adolescente fotografiando a los mismos adolescentes que luego la realidad polÃtica , la represión llevarÃa a una adultez adelantada.
Algunos desaparecidos
Algunos exilados
Muchos silenciados
Otros desencontrados
Registros que evocan sombras y dejan sus huellas en una memoria perdida.
No más encuentros , no más campamentos, no más guitarras.
Un tiempo después algunos volvieron, otros se quedaron, otros no estuvieron.
Algunos nos reencontramos
Otros se perdieron
Muchos seguimos compartiendo y viviendo, también con aquellos que no volvieron.
José Broide
Buenos Aires, años setenta, José transita aquellos años con la inseparable compañÃa de su cámara con la que, de un modo espontáneo y desprolijo, registra el dÃa a dÃa de aquellos años que marcarán indeleblemente nuestra historia.
Él no intenta documentar ni dar testimonio, es un protagonista que como quien lleva un diario personal, da cuenta de lo que pasa a su alrededor. Allà están esos momentos donde el candor, el juego y el amor van cediendo lugar al inminente crepúsculo saturnal que se avecina.
Cincuenta años después, ese conjunto de fotografÃas banales, hechas sin preocupaciones formales ni estilÃsticas; algunas desenfocadas, movidas o mostrando las marcas dejadas por el el tiempo, son exhumadas por José Broide mediante un gesto que permite percibir eso fulgurante de lo que habla Benjamin, donde surgen durante instantes los tiempos y los pliegues del pasado. Un pasado, una historia sobredeterminada por resonancias tales como desapariciónes, muerte, tortura o exilios. Palabras que nos vuelven a confrontar, una y otra vez con esas memorias compartidas y tantas veces escamoteadas.
¿Cuáles de estos rostros son los de Diego, Abel, Dumbo o el turco Said que están desaparecidos?¿ Cuáles los de Gaby o Laura, chupados y luego liberados?¿ Cuales los de los chicos del exilio?
Dice Didi-Huberman que el poder de la imagen es capaz de perturbar y hacer recomenzar el pensamiento en todos los planos. Esto es lo que la propuesta de José Broide desencadena, resignificando los gestos, las miradas, las sonrisas, los desenfoques…
Eduardo Gil